Nuevamente este año  hay un aumento de precios en los alimentos de primera necesidad. Los fabricantes enviaron una listas con el triple de aumento permitido en la previa a Precios Justos. Y amenazan con no entregar mercaderías si no les toman las subas.

Les pidieron que se moderen y ¿subieron un 15 por ciento?, parecería un chiste de parte  de los empresarios, mas bien, una falta de respeto a los consumidores.

Economía va a fondo con restricción de importaciones, multas e investigación de ganancias a quienes no cumplan. “Congelar no es el camino”, dijo Funes, de la Copal.

Detrás de los números de los aumentos y la resistencia al congelamiento de precios hay una puja política entre el Gobierno y los organismos de lobby de la industria de los alimentos y el consumo masivo. En este escenario, el ministro de Economía, Sergio Massa, decidió un abordaje integral para hacer cumplir los acuerdos. “Vamos a usar todas las herramientas del Estado”, dijeron laderos del funcionario.

“No es el camino congelar precios ni amenazar empresas”, dijo en declaraciones radiales el titular de la Coordinadora de Productores de Alimentos (Copal), Daniel Funes de Rioja. El empresario, que además preside la Unión Industrial (UIA), reaccionó así a los primeros gestos de presiones fuertes por parte del Estado al sector privado. Y agregó que “Defensa de la Competencia tiene roles dentro del estado de derecho, no pueden ejercerlo con discrecionalidad. Toda la industria está sometida a los controles que la ley establezca, pero esperemos que no cometan ningún tipo de abuso”. El abogado laboralista apunta a la investigación en curso, que verá la luz en 30 días, sobre empresas que aumentaron los precios por encima de la inflación y tienen altos niveles de concentración en la producción.

Bunge envió una suba de 15 por ciento para el arroz; Porta Hermanos (principal fabricante de alcoholes y bebidas) de entre 12 o 13 por ciento según el producto.
Molinos Río de la Plata pasó entre 7 y 8 por ciento en pastas y arroz. Y las papeleras que monopolizan el mercado pasaron subas muy fuertes: San Andrés de Giles, entre 6 y 9 por ciento; y Papelera del Plata un 7 esta semana, pero con un asterisco. La semana anterior pasó aumentos del 4 y avisó que después del 15 de noviembre volverá a subir otro 4, es decir, quince puntos en un mes. La empresa de cremas y productos de higiene Nivea, pasó un 7 por ciento. Y el mismo porcentaje subió Johnson y Johnson. Todas esas empresas avisaron que sólo abastecerán si les toman ese precio.

Esta situación, conocida por el ministro de Economía, Sergio Massa, redundó en una embestida más dura y en todos los frentes contra los que incumplan. Los que no colaboren, tendrá acotado el nivel de ayuda del Estado y se endurecerán investigaciones por concentración y multas millonarias sumadas a controles férreos en las industrias que fabrican bienes esenciales.

Es que Massa puso el pie en el acelerador al ver que no le cumplen los pedidos. En las últimas horas, de hecho, mantuvo una reunión muy dura con fabricantes de productos de limpieza e higiene personal en donde no les dio lugar para no ser parte del congelamiento de precios. Además, el ministro optó por la vía de no negociar con cámaras sino con empresas de forma individual, donde puede marcar más la cancha y hacer números puntuales de cada una de ellas. Otro caso similar fue la reunión que Massa mantuvo con los textiles de FITA y Protejer, donde en términos muy duros no sólo avisó de la apertura de importaciones, sino que criticó que aprovecharan las ayudas de un gobierno que los sacó de la mala en la que los había metido el macrismo, y no estaban “a la altura” de las necesidades del país en materia de precios.

De allí salió el acuerdo de precios con la industria textil que se conocerá esta semana y dispone un congelamiento del precio de los hilados, el insumo fabril que luego termina en una prenda de vestir.

Con las multinacionales, ajustar las tuercas está siendo de utilidad. Según supo este diario, en la casa matriz de la principales firmas, odian los escándalos y retan fuerte a los gerentes que, con su negativa, empapelan los medios con citas negativas a las marcas internacionales. Con los grandes de la industria nacional es más complejo: Arcor, Molinos, Ledesma y -ahora menos- Mastellone, son los más resistentes a congelar y los más representativos en la góndola. No sería extraño que alguna de las investigaciones en curso aborde algún caso de estas empresas.

En paralelo, Funes de Rioja y las empresas de Copal quedaron muy sorprendidos con la suba del monto de las multas por incumplir precios. Hasta ahora, la penalización mayor era de 5 millones de pesos, algo que las empresas pagaban y seguían aumentando. Pero por primera vez desde el 2008, esa cifra se actualizó en el Presupuesto a un valor de 238 millones de pesos. Ahora la cuenta no es tan fácil de hacer.

¿Qué niveles de pobreza y desigualdad estamos dispuestos a tolerar? dijo Juan Grabois en un escrito el  día 26 de la semana  pasada. Es una pregunta que nos resuena cada día más a los Argentinos.

Staff y Editores

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