23 de septiembre “Día Nacional de los Derechos Políticos de la Mujer”

La Ley 13.010 de sufragio femenino, también conocida como Ley Evita, fue sancionada en Argentina el 9 de septiembre de 1947 y promulgada el 23 de septiembre, estableciendo este último día como “Día Nacional de los Derechos Políticos de la Mujer”. Fecha en la que se reconoció la igualdad de derechos políticos entre mujeres y hombres, entre ellos el derecho de las mujeres a elegir y ser elegidas para todos los cargos políticos nacionales, y estableció en ese país el sufragio universal. Fue aprobada durante el gobierno de Juan Domingo Perón y se puso en vigencia por primera vez en las elecciones presidenciales de 1951.

 

La obtención del voto femenino suele asociarse a una conquista del peronismo, con Evita a la cabeza. Lo cierto es que este derecho se conquistó luego de una extensa, y nada fácil, lucha de militantes socialistas y feministas en nuestro país y en el mundo. De hecho, cuarenta años antes, el 26 de noviembre de 1911 Julieta Lanteri, luego de varios intentos previos, logró votar en la ciudad de Buenos Aires, aunque no pudo lograr extender en ese momento ese derecho para todas las mujeres. Luego de esto, se sancionó una ordenanza que prohibía explícitamente el voto femenino, con el argumento de que para empadronarse era necesario el registro del servicio militar.

 

Una lucha larga e internacional

La lucha por los derechos civiles de las mujeres y el voto femenino se remonta muchos años atrás. En Gran Bretaña y Estados Unidos surgieron importantes movimientos sufragistas donde las mujeres se movilizaron exigiendo sus derechos. Esta lucha no estuvo ajena a las cuestiones sociales de la época ni a la lucha por los derechos de los trabajadores. Esto incluso significó divisiones, por ejemplo, al interior del movimiento inglés. Es el caso de Emmeline Pankhurst y su hija. Con el estallido de la Primera Guerra Mundial, las diferentes posiciones hicieron que Sylvia Pankhurst rompiera con la Unión fundada por su madre, quien llamaba a las mujeres a movilizarse por el derecho al voto pero con un contenido patriótico. Su hija en cambio no estaba de acuerdo en brindar su apoyo al gobierno británico en la guerra mundial.

 

En Argentina también desde principios del siglo pasado militantes feministas y socialistas compartieron sus luchas por los derechos civiles y los derechos laborales. Una de las figuras destacadas fue Juieta Lanteri, quien ya mencionamos por haber sido la primera mujer en poder emitir su voto. Junto con la socialista Alicia Moreau funda el Centro Feminista, primera organización que luchó explícitamente por los derechos de las mujeres. Lanteri, lejos de remitir su lucha solamente al voto, tomaba la lucha por las condiciones de trabajo de las mujeres, el derecho al divorcio, luchaba contra proxenetas y contra la intromisión de la Iglesia en la vida de las personas. Comprometida en la lucha de las trabajadoras, en 1912 las lavanderas de La Higiénica la nombran su asesora frente a la patronal.

El peronismo y el voto femenino

Será recién en 1947, con la primera presidencia de Perón, cuando se sancione la ley del voto femenino. Eva Duarte, que hasta ese momento no había tenido la menor preocupación por este tema, fue quien presidió la Comisión Pro Sufragio. El (reciente) interés del peronismo por esta cuestión tenía sus razones. La mujer argentina se había incorporado masivamente al mercado laboral, de ahí que la política de contención de este movimiento no podía seguir excluyendo a millones de mujeres de los derechos civiles. De hecho, el voto femenino le permitió ganar, por ejemplo, en la ciudad de Buenos Aires, un distrito altamente opositor. El 64% del padrón de mujeres votó por la fórmula Perón-Quijano (1).

En nuestra organización contamos el espacio de la Bilioteca Popular Feminista “Julieta Lanteri”, lleva el nombre de una pionera en la lucha por los derechos de la mujer.

Farmacéutica, médica y pionera en el movimiento feminista, Julieta Lanteri fue la primera ciudadana que logró votar en una elección en la cual todo el padrón estaba compuesto por hombres y llegó incluso a ofrecerse como voluntaria para el servicio militar, en un intento por reafirmar el derecho de las mujeres al sufragio, causa a la que dedicó toda su vida.

“Fue una gran pionera de las luchas de género. Era sufragista y eso, en los primeros años del siglo XX, era sinónimo de feminismo”, señaló Araceli Bellota, historiadora y autora de “Julieta Lanteri, la pasión de una mujer”.

Nacida en Italia, Lanteri llegó a la Argentina cuando tenía seis años -en 1879- junto a su familia y se radicó en Buenos Aires, donde vivió en una casa que su padre heredó de su primera mujer.

Curso el secundario en el Colegio Nacional de Plata, que era una institución exclusiva para hombres, y se convirtió allí en la primera mujer en obtener el título de Bachiller.

Elida Paso y Cecilia Grierson habían sido las primeras mujeres en ingresar a la Facultad de Medicina y, siguiendo sus pasos, Lanteri logró ser admitida como estudiante de esa carrera en 1896, con un permiso del entonces decano, Leopoldo Montes de Oca, y dos años después se recibió de farmacéutica.

Mientras cursaba las últimas materias del doctorado en Medicina, asistió al Congreso Internacional del Libre Pensamiento que se realizó en Buenos Aires en 1906, al que asistieron las figuras del movimiento feminista, como la dirigente socialista Alicia Moreau de Justo y Cecilia Grierson, entre otras.

Fue una gran pionera de las luchas de género.

Inspirada en las ideas de ese encuentro, constituiría la Liga Argentina de Mujeres Libre Pensadoras, mientras ocupaba un cargo en la asistencia médica pública de Buenos Aires.

En 1910, el año en el cual se desarrollaron los festejos del Primer Centenario, Lanteri se desempeña como secretaria y formula una clara postura sobre la prostitución.

“Si este mal existe es porque los gobiernos no se preocupan por extirparlo y puede decirse que lo explotan desde que lo reglamentan y sacan impuestos de él”, expuso en ese encuentro.

“En ese Congreso feminista pidió un voto de amor por la prostitutas, a quienes consideraba víctimas que habían sido empujadas hacia esa forma de explotación. Era lo que hoy en día se considera una ‘abolicionista’, pero entendía que no se podía criminalizar a quienes ejercían esa actividad”, explicó Bellota.

Un año más tarde, y en medio de la discusiones sobre la Ley Sáenz Peña de voto universal y secreto, se presentó ante la Justicia para que le reconocieran su derecho a sufragar, y para sorpresa de muchos, le fue conferida la posibilidad de emitir su voluntad en los comicios de esos año.

En un fallo de primera instancia, ratificado por la Cámara Federal, se estableció que “no había impedimento legal para impedir que una mujer ejerciera el derecho al voto”.

Lanteri quedó incorporada al padrón como la única mujer y votó en las elecciones municipales que se desarrollaron el 26 de noviembre de aquel año.

Lo hizo en el barrio de La Boca y se convirtió en la primera mujer que logró manifestar su voluntad electoral en Argentina y Sudamérica.

Sin embargo, la Ley Sáenz Peña, sancionada en 1912, que estableció el voto universal, secreto y obligatorio, fijo una restricción que pareció hecha a medida: el padrón electoral se basaba en el empadronamiento militar, en el que sólo figuraban hombres.

La médica decidió presentarse para ser reclutada, hacer el servicio militar y obtener así la posibilidad de figurar en el padrón, pero la rechazaron.

Pero no cesó en sus intentos de participar en una elecciones y pidió ser candidata ante la Justicia, al plantear que la Constitución hablaba de los derechos de los ciudadanos en términos genéricos, y que no excluía a las mujeres.

En 1919, Lanteri estableció el Partido Feminista Nacional y se presentó a las elecciones para diputados de ese año con el propósito de competir como candidata en base a un padrón masculino en el cual no figuraba como electora.

“Hizo un partido de mujeres. La misma estrategia que siguió Eva Perón cuando creó el Partido Peronista Femenino con la idea de lograr el derecho al voto. El espacio de Lanteri proponía un subsidio a las madres por hijo, que era como una Asignación Universal de la actualidad”, indicó la historiadora.

Tras el golpe de Estado de José Félix Uriburu que derrocó a Hipólito Yrigoyen, se instaló un clima de dura represión estatal y censura.

En febrero de 1932, a poco de haber asumido Agustín P. Justo como presidente tras una elecciones signadas por el fraude, Lanteri es atropellada por un auto conducido por un integrante de la Legión Cívica, un grupo fascista y parapolicial amparado por las autoridades.

Tras agonizar durante dos días, la sexta médica recibida en Argentina, murió a causa de las heridas en el hospital Rawson a los 59 años.

“Fue un hecho que tuvo todas las características de un atentado. Julieta le había dicho a sus allegados que temía por su vida. Había un clima de persecución contra socialistas, anarquistas, obreros, y el feminismo no podía escapar a todo esa represión. Lanteri pagó con su vida su decisión de luchar por los derechos de las mujeres”..

“Los derechos no se mendigan, SE CONQUISTAN”

Staff y Editores

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