Asesinaron a 144 lideres sociales en Colombia en lo que va del año.

La represión y persecución violenta que se desato en el país latinoamericano trae graves consecuencias en la sociedad ya que cuando se mata a un líder social se pierde a los que  claman por la justicia y por los derechos humanos, se pierden muchas personas pues que detrás de un líder social hay grandes comunidades y se pierden la esperanza de muchas personas.

Muchos de los líderes y lideresas asesinados en Colombia tenían un liderazgo múltiple, es decir, participaban en varias organizaciones sociales, a la vez que asumían de forma simultánea diversas actividades en su comunidad. Estos líderes también tenían un profundo arraigo local y el liderazgo que ejercían fue determinante para que sus vidas fueran arrancadas de forma violenta.

El grupo de líderes más afectado ha sido el de dignatarios de las Juntas de Acción Comunal (JAC), seguido por los líderes cívico-comunales. Pero el universo de víctimas no acaba allí, los líderes indígenas, afro, los activistas de los derechos de la comunidad LGTBI+, líderes sindicalistas, y los activistas y líderes ambientales también han sido perseguidos, desaparecidos y asesinados.
En la mayoría de los asesinatos de líderes sociales se desconoce la autoría. En aquellos casos en los que se presume el autor encontramos un conjunto variado de victimarios: grupos paramilitares, el ELN, el EPL, disidentes de las FARC-EP, grupos de seguridad privada y la fuerza pública.
Lo que tienen en común todas estas personas que fueron asesinadas o desaparecidas forzosamente es que buscaban mejorar las condiciones de vida de sus comunidades, buscaban generar condiciones de vida digna, generar procesos que empoderaran a las comunidades para conducir sus propios destinos. De estos líderes asesinados, los más afectados han sido los de las Juntas de Acción Comunal (JAC). Claramente, uno de los objetivos de estas estructuras armadas, y de quienes están detrás de ellas, es asesinar a las personas que tratan de construir lo que en algunos lados llaman tejido social. En este contexto, son notorios los asesinatos de presidentes de esas juntas. Las JAC son la bisagra que articula la voluntad de la comunidad con los programas del Estado a nivel local, departamental o nacional. Las JAC son la forma más básica que tienen las comunidades de controlar su territorio, de apropiarse de su entorno y de mediar con el Estado.

Cada una de las víctimas encarna una historia de lucha, pero también de persecución, porque la mayoría ha sido víctima de la violencia generada por el conflicto armado. Estos líderes y lideresas son personas de mucha resistencia, son personas que se forman de manera autodidacta por el interés y por el compromiso que tienen con sus comunidades. Los líderes sociales en Colombia son joyas de cada comunidad y cuando las asesinan o las desaparecen se borra una historia de formación y de capacitación. Además, la posición de desventaja en el espectro de poder es evidente. A muchos de estos líderes los asesinaron por denunciar que los grupos armados ilegales estaban reclutando niños y niñas, o por denunciar que estos mismos grupos estaban sacando a los jóvenes del colegio para enlistarlos en sus filas, o porque denunciaron que los estaban presionando en sus territorios para reemplazar sus cultivos de pan tomar por cultivos de uso ilícito, o porque vivían  en zonas de tránsito de grupos armados o de narcotraficantes. Las luchas son muchas.
Quienes están detrás de estos asesinatos viven del despojo de tierras, del monocultivo de ciertos productos, de las explotaciones del subsuelo, de sacar los recursos naturales, de la explotación de los campesinos, son personas que han hecho sus fortunas con el sistema tal y como está y, por ende, esperan que las cosas no cambien. Son personas que están interesadas en mantener sus situaciones de poder político y económico.
En relación con el alcance del informe, las organizaciones participantes en la elaboración del mismo se trazaron el objetivo común de analizar un fenómeno creciente y muy grave.  De igual forma, estas organizaciones también buscaron demostrarle al Estado colombiano que existen unos patrones relacionados con la naturaleza del hecho, con el tipo de víctimas, con el tipo de victimarios, y con el modus operandi, que dan cuenta de la sistematicidad de esta situación, como lo comentó Bonilla. Frente a esto último, la Defensoría del Pueblo definió que este fenómeno es sistemático y generalizado, condiciones para denominar estos crímenes como de lesa humanidad.

Desde la Agrupación de Frente repudiamos los asesinatos y persecución a los lideres sociales en Colombia y el mundo.

Staff y Editores

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