Por: Leandro Argañaraz

EN EL MARCO DE LA RECIENTE APARICIÓN CON VIDA DE MAIA YAEL BELOSO, ADEMÁS DE UNA ALEGRÍA INMENSA, QUEDÓ DE MANIFIESTO UNA DE LAS REALIDADES QUE INCOMÓDAN AL PODER. LA DESIGUALDAD SOCIAL, L A MARGINALIDAD, Y LA EXISTENCIA, MUCHAS VECES TAPADA, DE PERSONAS QUE HABITAN LAS CALLES SUBSISTIENDO EN SITUACIONES DE VULNERABILIDAD EXTREMA.

Desde los medios de comunicación masivos se culpó a la madre de Maia del hecho al menos una decena de veces, desde el propio Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires pusieron el acento en la falla en el instinto protector de la madre, y la demora con que realizó la denuncia (denuncia desestimada por personal de la comisaria 40, alegando que no habían transcurrido 24 hs de la desaparición)
Como si se tratará de un hecho lejano, en otra ciudad, en otro continente, y sin ningún tapujo cargaron públicamente a la madre responsabilidades que, al menos, merecen ser discutidas. En todo caso, sería cierto alegar que es responsabilidad del gobierno garantizar el derecho a la vivienda a la ciudadanía en general, en especial a los niños.
Encontramos numerosos ojos puestos sobre las actitudes previas que derivaron en el secuestro de la pequeña. Numerosos ojos puestos sobre una realidad que desconocen, incluso que desconozco. A alguien se lo ocurrió antes de hablar, pensar como sería pasar días y noches “en situación de calle”, ¿seriamos lxs mismxs?, ¿seriamos más confiadxs?, ¿tendríamos las mismas pautas de conducta?, ¿pediríamos?, ¿robaríamos para comer?…… No tengo respuesta a ninguna de esas preguntas, pero puedo aseverar que los que llenaron horas de televisión juzgando, tampoco.
Los indigentes suelen ser señalados como el ejemplo de lo que podría sucederte si haces “las cosas mal”, suelen ser las crónicas policiales de los pasquines, suelen ser incluso dejados de lado en las estadísticas demográficas. Pero hay algo que para el establishment no son, y en realidad es lo único que en verdad son: PERSONAS, ciudadanos de derecho al igual que todo ser humano que habite este suelo.
Les compartimos un Poema de Eduardo Galeano llamado: “Los Nadie”, en el cual el autor da protagonismo a quienes a lo largo de la historia nunca lo tuvieron, a los sectores maginados, a los vilipendiados. En sociedades donde uno es en base a lo que posee, aquellos que no tienen nada más que lo que llevan puesto no solo quedan relegados a callejones, asentamientos informales, a vivir en la calle, sino que directamente “no son nadie”.
«Los nadie» Eduardo Galeano

Sueñan las pulgas con comprarse un perro
y sueñan los nadies con salir de pobres,
que algún mágico día
llueva de pronto la buena suerte,
que llueva a cántaros la buena suerte;
pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy,
ni mañana, ni nunca,
ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte,
por mucho que los nadies la llamen
y aunque les pique la mano izquierda,
o se levanten con el pie derecho,
o empiecen el año cambiando de escoba.

Los nadies: los hijos de nadie,
los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados,
corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos,
rejodidos:

Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones,
sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos,
sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número. Que no figuran en la historia universal,
sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadies,
que cuestan menos
que la bala que los mata.

Staff y Editores

1 pensamiento sobre ““LOS NADIE”

  1. Toda noticia tiene un marco de referencia. Informar aisladamente es desinformar, porque nada de lo que sucede sucede en el desierto. Ahora que la nena ha sido rescatada, viene lo esencial: pensar política y socialmente en la vasta porción de compatriotas que está a la deriva, y luchar para que este suceso no se pierda entre el pintoresquismo de los noticieros de la noche y la indignación momentánea de los panelistas de actualidad. Gracias por la nota, todas la voces de alarma son bienvenidas cuando también pretenden ser el puntapié inicial de algo mejor.

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