“Si la tocan a Cristina que quilombo se va a armar”. La consigna pretende un límite. Un limite que ponen aquellos que saben lo que es no tener un líder que diga lo que ellos piensan.

¿Quién gana en una pelea callejera donde no hay reglas?, allí donde se puede pegar debajo del cinturón o morder una oreja, quien gana no es el mejor pugilista, o aquel que sabe un arte marcial místico. Quien tiene las de ganar es el loco, el que no tiene límites, el que le pegas y se levanta, y si se come una buena paliza, espera apenas a recuperarse y vuelve con un palo, con un ladrillo, con un fierro, con un machete o con una pistola, tarde o temprano gana la pelea, no tiene conciencia, no le importa cargarse un muerto, ir preso, “se la banca”.

Esto que describimos no es algo raro, se da en la parte marginal, en lo que se llama lúmpenes; ilustremos la palabra. Un lumpen es un grupo social formado por las personas mutua y económicamente marginadas en ambientes urbanos, carentes de conciencia de clase, como las personas que practican la prostitución, mendicidad y delincuencia.

Traemos a esa palabra, porque Juntos por el Cambio y los periodistas de los medios hegemónicos, dicen que el atentado lo hicieron unos lúmpenes. Lo despolitizan, le quitan importancia. No cierra esta tesis con el trabajo de inteligencia anterior ni con la pérdida de los datos del celular del matón y los datos encriptados.

No son dos loquitos sueltos. Está claro que la novia o pareja del agresor (Brenda Uliarte) tenía lazos estrechos con grupos de ultra-derecha violentos como Revolución Federal. Al cierre de este editorial, la catarata de datos que se suman es abrumante, se dan fuertes nexos entre estos grupos y sus participantes no solo con JxC, sino con los partidos de Milei y José Luis Expert, atrás de la lista para las pasadas elecciones de 2019 de este ultimo, se encolumnaron varios manifestantes como candidatos para diputados.

No son loquitos, ninguno del grupo puede invocar no comprender la legalidad o ilegalidad de sus actos. Tampoco están sueltos. El nexo discursivo entre los agresores de Cristina, los grupos violentos y el discurso de políticos y periodistas del macrismo es homogéneo. Hay un discurso de odio instalado en los difusores de noticias, esto se replica en las redes, grupos de Whatsapp, los periodistas hegemónicos no se centran en la noticia o la investigación periodística, son una máquina de instalar frases, silogismos, juegos de palabras y titulares que apuntan a un solo objetivo, crear en la población, y sobre todo en los antiperonistas, la sensación de que todo está mal, y que la única culpable de todo es Cristina Fernández de Kirchner, obviamente todo aquel que se encolumne atrás, y en definitiva, quienes peor están atravesando la crisis, y que se animan a movilizarse o a pensar un cambio en el sistema que hoy por hoy, y a través de la historia reciente y remota, siempre beneficia a un “grupo de vivos”, los principales impulsores de los escraches son los periodistas de La Nación Más, medio recientemente adquirido por Macri, y que en la actualidad es la sala de situación del PRO, los mas violentos y fundamentalistas como Eduardo Feinmann, Jonatan Viale, Alfredo Leuco, Luis Majul, Pablo Rossi y otra lista de “moderados” como Luis Novaresio, María Laura Santillán, Laura Di Marco, Débora Plager, entre otros y los “periodistas de investigación” como Carlos Pagni y  Hugo Alconada Mon, como para citar algunos nombres.

Esto nos da un abanico de posibilidades, desde alentar la violencia de los “loquitos” que ya vimos que no están tan sueltos, sino que responden a las consignas, convocatorias y agitación de los mas violentos, mientras que los moderados instalan en aquella parte de la sociedad que vive indignada, una razón para la indignación del día, siempre a causa de las políticas del gobierno al que se oponen, la protesta de los vulnerados por un sistema injusto y que invita a defender lo indefendible y a justificar los actos provocativos y la violencia que tuvo como punto culmine (solo poro ahora) el intento de magnicidio de la ex presidenta y actual vice, CFK.

Hay imágenes que prueban la presencia en la zona (de la casa de Cristina) de Leonardo Sosa, fundador de Revolución Federal, y Gastón Guerra de Nación de Despojados.

Los periodistas de La Nación + se descostillan de la risa viendo las acciones de este grupo que luego se encuentra en el lugar del hecho (¡la casa de Cristina!) junto con los agresores. Los integrantes de Revolución Federal son los que el 4 de julio realizaron un escrache violento en la Quinta de Olivos impidiendo que se lleve a cabo la conferencia de prensa por la asunción de Batakis y el 9 de julio colocaron las guillotinas con la leyenda “todos presos, muertos o exiliados”

El viernes 22 de julio participaron en un escrache violento en el local del Instituto Patria, para luego convocar a una movilización que anticipaba, no sería pacífica. En TN lo naturalizaban.

El domingo 28 de agosto se infiltraron en la marcha de apoyo a CFK, y lo publicaron como acto de inteligencia en las redes de Revolución Federal y Nación de Despojados. En esa jornada, Leonardo Sosa y Gastón Guerra visitaron el departamento de “la vecina de Cristina”, Ximena de Tezanos Pinto, quien salto al estrellato en las últimas semanas libertaria y muy amigable en el programa “Argenzuela” conducido por Jorge Rial. ¿Cómo llegaron a ingresar? ¿Cuál es la relación política? La explicación de que son clientes de una amiga suena un poco burda e hiere la inteligencia.

Cada vez son mas las pruebas y flechas que unen a los agresores de estos grupos violentos y a los dirigentes Juntos por el Cambio. Desde el gobierno cada vez hay mas certezas que los halcones de Juntos por el Cambio (hoy por hoy todos, salvo algún tibio palomito como el neuro político Facundo Manes) son los impulsores de esta escalada de violencia. Estos grupos se referencian en los lideres de Juntos por el Cambio.

Desde 2008, luego de la crisis de la 125, se produjo un plan, desterrar a Cristina y todo lo que ella represente, del centro de la política. La derecha la odia porque le dio el 52% de participación de las ganancias a los trabajadores, le sacó el negocio de las AFJP, recupero YPF, Aerolíneas, y tanto más. El escarmiento será la amenaza para cualquier otro que quiera ir por ese camino. Para eso se recurrió a todo lo imaginable por las más perversas mentes, muchas de las cuales vendieron su dignidad alcanzada por años de “periodismo serio”. Se la trato de bipolar, enferma, chorra, mala, el cáncer de la nación, y toda adjetivación que la deshumanice, demonice, y como en la novela de Kafka, se convierta en un bicho, al cual se lo puede pisar y eliminar.

El odio de la oposición es la campaña de la oposición. La respuesta del movimiento popular: paz, amor y una respuesta económica contundente a los trabajadores. Esto es muy simple quien está bien (como, paga sus servicios, manda los pibes al colegio) quiere tranquilidad, pero el que está mal, que labura todos los días y teniendo un trabajo en blanco, con aportes, obra social no llega a cubrir las más mínimas necesidades, se indigna y odia. Es necesario un gobierno pacificador y firme, pero un pueblo movilizado a pesar de todo.

Si me preguntan; no hubo un intento de magnicidio, hubo una demostración de poder, de decir, no la tocamos porque no queremos, pero tenemos el imperio de la fuerza, somos pocos, pero si hay algo que no tenemos es límites. Los limites los ponen quienes no se niegan a la lucha, poniendo el cuerpo, ganando la calle, pidiendo justicia social, para los que protegen al pueblo, al hambriento y al desvalido, pero también a todos. Si la tocan que quilombo se va armar, a la justicia decimos, porque sin justicia no hay paz.

 

Staff y Editores

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